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Economía de los incas
Economía de la civilización inca.
Introducción
El Imperio inca se desarrolló en la región andina sudamericana desde el siglo XIII hasta el siglo XVI, aproximadamente, cuando fue conquistado por los españoles en el contexto de la conquista de América.
En su momento de máxima expansión, el imperio abarcó los actuales territorios de Ecuador, Perú, Bolivia, el sur de la actual Colombia, y parte del norte de Argentina y Chile.
La economía Inca estaba fuertemente centralizada y se sostenía en un sistema de reciprocidad y redistribución en el que eran fundamentales las relaciones de parentesco.
La reciprocidad implicaba la colaboración entre miembros del grupo tanto en el intercambio de trabajos como de bienes, y obligaba al beneficiado a retribuir el servicio cuando le fuera requerido.

Sector del camino incaico cerca de Machu Picchu. Este camino fue realizado mediante el trabajo colectivo bajo control del Estado inca.
La redistribución funcionaba mediante la acumulación por parte del Estado de excedentes de la producción que se utilizaban para alimentar a las personas que estaban impedidas de trabajar (como los enfermos, los huérfanos menores, etcétera); entre los habitantes de las regiones que sufrían dificultades o para alimentar a quienes realizaban trabajos públicos como prestaciones militares y trabajos de construcción y producción artesanal.
Este sistema funcionaba tanto a escala local, entre los miembros de cada comunidad o ayllu, como a escala general, entre el Inca y sus súbditos.
La base de la economía inca era la producción agrícola en tierras que pertenecían al Estado y se repartían entre las comunidades.
Publicidad, continua debajoEn el Imperio inca no existió el comercio tal como lo conocemos. Gracias a la variedad de ambientes ecológicos, cada comunidad establecía pequeños asentamientos en los distintos pisos productivos y así obtenían productos de diversos tipo como la sal; las hojas de coca de las tierras altas; tubérculos, carne y lana del altiplano; pescado seco, guano de la costa, etcétera.
Sin embargo, a medida que el imperio se extendió hacia el norte y el sur y comenzó a abarcar regiones en que las distancias entre los pisos ecológicos eran demasiado extensas, o que estaban especializadas en algún tipo de producción, se desarrollaron intercambios comerciales, aunque sin moneda.
La organización del trabajo
La tierra pertenecía al Estado inca, que la distribuía a través de los jefes regionales, llamados curacas. En general, una parte de los terrenos se dedicaban a la producción para el Inca; otra para el culto y otra para el ayllu.
En los ayllus, el curaca entregaba a cada campesino casado un lote de tierra para alimentarse él y su familia. Los campesinos, además, debían realizar trabajos comunitarios, ya sea para el Estado en tareas de infraestructura como la construcción de caminos o templos, o para el ayllu.
El beneficiario del trabajo ya fuera un particular, un curaca o el Estado debía proporcionar los materiales, alimentos y chicha a los trabajadores.
Las aldeas se establecían en los lugares donde la tierra no era cultivable, así se aprovechaba al máximo el espacio de cultivo.
La actividad agrícola

Andenes de cultivo en el Moray, cerca de Cusco, Perú.
La agricultura era la principal actividad económica del imperio. Los cultivos más importantes eran la papa y otros tubérculos como la oca y el ulluco que se daban en las zonas altas y secas del altiplano, y el maíz, fundamental por su función simbólica y ritual.
La producción de maíz se realizaba bajo riego y con control estatal en áreas que solo eran utilizables mediante la realización de obras públicas como andenes y terrazas de cultivo y sistemas de canalización para el riego. Para fertilizar los cultivos, se llevaba el guano desde las regiones costeras.
El cultivo de maíz estaba regulado por el Estado por su importancia ceremonial, burocrática y estatal. El inicio de la temporada de siembra se determinaba con observaciones astronómicas realizadas por los sacerdotes y comenzaba con una ceremonia en la cual el emperador trabajaba la tierra en los andenes del maíz del Sol.
La producción agrícola se adaptaba en cada región a las tradiciones locales y además de las numerosas variedades de papa y maíz, se obtenía quinoa, algodón y leguminosas, entre muchos otros cultivos.
El pastoreo
En el Imperio inca la actividad de pastoreo se realizó sobre todo en el altiplano donde el ambiente es apto para el desarrollo de los camélidos.
Algunas especies como la llama y la alpaca se domesticaron y se criaban en corrales. Otras, como la vicuña, permanecieron silvestres, pero eran utilizadas de todos modos. En ciertos períodos, se realizaban expediciones en las que se reunía a los animales y luego de esquilarlos se liberaban.
Los camélidos se usaban con fines rituales, como alimento y como transporte. Era importante el uso de la lana en la producción de textiles, el cuero para bolsos y ojotas.
Producción artesanal

Tejedora según una ilustración de Guamán Poma de Ayala.
La producción artesanal se organizaba en aldeas de artesanos especializados en distintas técnicas como la cerámica, la metalurgia y el tejido. Esas aldeas estaban habitadas por miembros de comunidades que, en muchos casos, permanecían ligados a su lugar de origen.
Los productos artesanales eran administrados por el Estado. Los textiles, por ejemplo, eran muy importantes porque tenían usos políticos, rituales y militares ya que se entregaban como compensación por servicios prestados y como ofrenda.
Los artesanos afectados a la producción de bienes para uso del inca y su familia eran escogidos de entre los mejores de cada región y estaban asentados en la ciudad de Cusco.
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Licenciada en Gestión e Historia de las Artes, Editora. Autora y editora de contenidos educativos y de divulgación.
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