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El grito
Pintura del artista noruego Edvard Munch.
Datos |
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Autor | Edvard Munch |
Nombre de la obra | El grito |
Fecha | 1893 |
Técnicas y materiales | Óleo, pastel y temple sobre cartón |
Dimensiones | 91 cm x 73,5 cm |
Ubicación | Galería Nacional de Noruega, Oslo. |
Período/estilo | Posimpresionismo – simbolismo – precursor del expresionismo |
Definición
El grito es el nombre de cuatro obras similares del artista noruego Edvard Munch. La más conocida es una pintura que permanece en la Galería Nacional de Noruega, en Oslo. Las otras son versiones del tema realizadas con distintos materiales (como témpera y pastel) y están en la Galería Nacional Noruega, en el Museo Munch de Oslo, y en una colección particular. Existe además un grabado litográfico que Munch hizo en 1895 para ser usado como ilustración en medios gráficos.
En la pintura más famosa, que se reproduce al comienzo de este artículo, se ve lo que parece ser un puente con dos personas apenas esbozadas al final. En primer plano, otra persona de formas indefinidas se sujeta la cabeza con las manos, y tiene los ojos y la boca muy abiertos, como si estuviera gritando espantada. En el fondo hay un paisaje sintético, con un cielo rojo, como en llamas, y un río o mar que rodea una pequeña lengua de tierra. Las figuras fantasmales y el ritmo nervioso de las líneas, que combina diagonales y formas ondulantes, contribuyen al clima opresivo de la imagen.
El grito se ha transformado, al igual que La mona Lisa (La Gioconda) de Leonardo da Vinci o la Creación de Adán de Miguel Ángel Buonarroti, entre otras pocas pinturas, en una imagen tan icónica, que es reconocida por todo el mundo. De hecho, ha inspirado uno de los emoticones más usados en todos los medios de comunicación digital: 😱.
El artista
Edvard Munch, el autor de El grito, tenía un temperamento depresivo y melancólico que se había potenciado por la muerte de su madre cuando él tenía 5 años, y la de una de sus hermanas unos años más tarde. Su padre, por su parte, era un hombre religioso y severo que no miraba con buenos ojos la actividad artística de su hijo. Los sentimientos de soledad, fragilidad y melancolía acompañaron al pintor toda su vida, y los temas de la desesperación y la angustia existencial contenida hasta que estalla son constantes en su obra.
Munch se formó en las tendencias del naturalismo e impresionismo en boga en la época, pero le resultaban insatisfactorias porque no le permitían expresar emociones, sensaciones y sentimientos con la intensidad que él pretendía. En 1889, durante un viaje a París, encontró que las investigaciones de los artistas posimpresionistas como Gauguin, Van Gogh y Toulouse Lautrec, con su uso expresivo del color y con la gestualidad de los trazos, le brindaban las herramientas que necesitaba para pintar, no ya objetos, sino la profundidad de las emociones, tal como pretendía. Se lo suele considerar como el primer artista expresionista, aunque el movimiento alemán que recibe ese nombre es una década posterior y Munch no participó de él.
Contexto histórico
A fines del siglo XIX, en el Norte de Europa, el clima cultural era de rechazo a la sociedad burguesa. Los artistas, escritores y dramaturgos sufrían la tensión que les provocaba la disociación entre la moral protestante y burguesa que imperaba en la época y las propias pulsiones humanas, como el impulso sexual y la desigual relación entre los sexos.
Publicidad, continua debajoCon el enorme impacto de las Revoluciones industriales en la vida cotidiana de las personas, los artistas sentían la contradicción entre la modernización tecnológica del mundo y las opresivas exigencias religiosas y morales de la sociedad protestante nórdica, que consideraban fuera de época.
En Munch, esas condiciones se unieron a su difícil vida personal para provocarle fuertes estados de angustia. En ese contexto, la versión más conocida de El grito condensa las investigaciones que el artista venía realizando desde hacía tiempo, para plasmar en una forma pictórica el estado propio y general de angustia existencial.
Algunos antecedentes, como Atardecer en el paseo Karl Johann (1892) o Desesperación (1891-1892), adelantan no solo el tema, sino el tratamiento plástico de las imágenes.
Características
Algunas características de El grito son las siguientes:
- Munch concebía su producción artística como una totalidad con la que pretendía dar cuenta de sus sentimientos frente a los problemas familiares, sociales, filosóficos y espirituales que se le planteaban en el mundo. En ese sentido, agrupó buena parte de su obra de finales del siglo XIX en una gran narración que llamó “El friso de la vida”, conformada por cuatro momentos: Germinación del amor; Florecimiento y muerte del amor; Miedo a la vida (de la que forma parte El grito) y Muerte. Cada momento estaba integrado por un número de obras que fue variando a lo largo del tiempo. “El friso de la vida” se refería a la vida del propio pintor, pero también pretendía abarcar el trayecto vital de la humanidad, desde el nacimiento hasta la muerte.
- Existen varias versiones de la pintura (conocemos por lo menos cuatro) porque Munch trabajaba sobre sus obras una y otra vez buscando las formas precisas que le permitieran expresar ese sentimiento interior. Muchas veces, repetía el mismo tema como modo de profundizar sobre él.
- El gesto de las manos en la cabeza y el grito silencioso para expresar la angustia incontrolable ante un hecho irreversible aparecen también en otras pinturas, como en El niño y la muerte (1899) o La madre muerta y su hija (1887-1889). Munch tomó ese gesto de una momia peruana que había visto en París en el Musée de l’Homme.
- El artista donó la pieza a la Galería Nacional de Oslo en 1910. En 1994, la obra fue robada por una banda de famosos ladrones de arte, pero fue recuperada pocos meses después y devuelta al museo.
- La versión que está en una colección privada fue adquirida en 2012 en una subasta en Londres por un coleccionista que pagó 120 millones de dólares.
Análisis
Formalmente la pintura está dividida en dos partes, un triángulo en la mitad inferior, formado por líneas rectas que constituyen el puente y contiene las figuras. Por encima, un paisaje apenas esbozado en el que las rectas han sido reemplazadas por curvas.
La repetición de líneas onduladas, dinámicas en la parte superior, y rectas agudas, en la parte inferior, sumadas a los colores intensos: rojos, anaranjados y amarillos, profundizan el desasosiego que provoca la imagen.
La distorsión de las formas reproduce el estado de la mente, por eso, el cuadro refleja el mundo visto a través de los ojos de la desesperación que provoca la angustia extrema. Esta característica convierte a El grito en una obra articular en la Historia del Arte, ya que se da una fusión entre forma y contenido: las emociones se transmiten por primera vez no solo a través de la imagen sino también de las formas y colores que Munch emplea.
En 1892, Munch escribió en su diario: “Caminaba a lo largo de la calle con dos amigos; el sol declinaba, el cielo se tiñó de repente de rojo sangre, me detuve, me apoyé mortalmente cansado en un pretil, sobre el fiordo negro azul y sobre la ciudad había sangre y lenguas de fuego, mis amigos seguían caminando y yo aún temblaba de miedo, y oí un gran grito infinito que atravesaba la naturaleza”.
La pintura reproduce casi literalmente la descripción del artista, pero al mismo tiempo introduce un interrogante: el personaje de primer plano de El grito, ¿es quién grita? ¿O, tal vez, solo se tapa los oídos aterrado al escuchar ese grito que atraviesa la naturaleza? Las líneas onduladas, que aparecen como las ondas sonoras del grito que se propaga sostienen cualquiera de las dos posibilidades. La potencia de la obra probablemente radica en que los espectadores no conocemos la causa de ese grito, pero sí hemos experimentado en algún momento la intensidad de la angustia y eso hace que podamos conectarnos directamente con la imagen y completar su sentido con nuestros propios procesos mentales.
Bibliografía: |
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Licenciada en Gestión e Historia de las Artes, Editora. Autora y editora de contenidos educativos y de divulgación.
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