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Narrador omnisciente
Narrador que hace referencia a una voz ficcional.
Definición
El narrador omnisciente es aquel narrador que hace referencia a una voz ficcional que cuenta los hechos del relato y la información necesaria de los personajes y el contexto para comprender la historia.
Este narrador no forma parte de la historia pero conoce todos los detalles, las acciones pasadas, presentes o futuras, así como lo que sienten y piensan los personajes. Incluso puede identificar sentimientos que los mismos personajes ignoran de sí mismos.
Es el tipo de narrador más elegido, más común en la mayoría de la narrativa, en especial la realista del siglo XIX, aunque no tanto en las formas contemporáneas. Es uno de los tipos de narradores externos. Estos narradores externos no son parte de la historia, pueden ser en 2da o 3ra persona, El omnisciente narra los hechos en 3ra persona gramatical.
El narrador omnisciente es, como todo narrador, una creación particular de cada relato. Los narradores en general ofrecen una perspectiva diferente de los sucesos según qué clase de narrador sea: externo a la historia o interno a la historia.
El narrador es un elemento fundamental porque de él depende la visión y la proximidad o distancia con que se refiere a la historia y aparece en cualquier tipo de relato. La focalización, que puede ser más o menos objetiva, dependerá de qué tipo de narrador tenga el relato y los personajes o acciones en las que quiera hacer foco.
Características
Las características del narrador omnisciente son:
- Narra en 3ra persona gramatical.
- Es un narrador externo, no pertenece a la historia.
- Cuenta desde el papel de demiurgo.
- Tiene ubicuidad, posee omnisciencia y omnipresencia
- Es cambiante, puede ir a lugares y tiempos diversos a la vez.
- Nos muestra una visión global de la situación que relata.
- Permite mostrar a la vez la experiencia y sentir de varios personajes.
- Da explicaciones de las acciones de los personajes y los hechos.
- Tiene autoridad en el relato y a veces se lo equipara a la voz del autor
Ejemplos
Algunos ejemplos de textos con narrador omnisciente son:
Publicidad, continua debajo“Cuando el señor Darcy le entregó esta carta no esperaba Elizabeth que renovase en ella sus ofrecimientos, pero tampoco esperaba, ni mucho menos, un contenido semejante. Es fácil suponer con qué ansiedad leyó cuanto decía y qué emociones más contradictorias levantó en su pecho. Sus sentimientos no podían definirse claramente mientras leía. Vio primero con asombro que aún encontraba Darcy disculpas a su conducta, cuando ella estaba firmemente convencida de que era incapaz de encontrar explicación alguna que un justo sentido del decoro no le obligase a ocultar. Empezó la lectura de lo ocurrido en Netherfield poseída de un fuerte prejuicio contra todo lo que él pudiera decir. Su curiosidad era tan intensa que apenas le dejaba lugar para la reflexión, y la impaciencia por saber lo que veía después le quitaba capacidad para atender al sentido de la frase que tenía delante de los ojos..»
«Orgullo y prejuicio», de Jane Austen.
“La villa estaba cerrada, las persianas atrancadas; sólo en una, un tragaluz, batía por el viento. El jardín, abandonado, sin cuidar, tenía más que nunca un aspecto de selva de otro mundo. Y por las alamedas ya invadidas por la hierba, y por los paseos llenos de maleza, Óptimo Máximo se movía feliz, como por su casa, y perseguía a las mariposas.
Desapareció en una mata. Regresó con una cinta en la boca. A Cosimo el corazón le latió más fuerte.”
«El barón rampante», de Ítalo Calvino.
“La muchedumbre atónita, llenó todas las calles adyacentes, se encaramó en los techos y los balcones de las casas próximas y se apretujó en el parque. Ninguna concentración política pudo reunir a tanta gente hasta medio siglo después, cuando el primer candidato marxista aspiraba, por medios totalmente democráticos, a ocupar el sillón de los Presidentes. Clara recordaría toda su vida ese día de fiesta. La gente se vistió de primavera, adelantándose un poco a la inauguración oficial de la temporada, los hombres con trajes de lino blanco y las damas con los sombreros de pajilla italiana que hicieron furor ese año.”
«La casa de los espíritus», de Isabel Allende.
“Baitos, el ballestero, también imagina. Acurrucado en un rincón de su tienda, sobre el suelo duro, piensa que el Adelantado y sus capitanes se regalan con maravillosos festines, mientras él perece con las entrañas arañadas por el hambre. Su odio contra los jefes se torna entonces más frenético. Esa rabia le mantiene, le alimenta, le impide echarse a morir. Es un odio que nada justifica, pero que en su vida sin fervores obra como un estímulo violento. En Morón de la Frontera detestaba al señorío.”
«El hambre», de Manuel Mujica Lainez.
“Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.
Durante tres meses —se habían casado en abril— vivieron una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre. La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos.”
“El almohadón de plumas”, de Horacio Quiroga.
Bibliografía: |
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Licenciado en Letras Modernas y Técnico en Corrección Literaria (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina).
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