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Oraciones exclamativas
Oraciones que expresan sorpresa, miedo, admiración, alegría del emisor.
Definición
Las oraciones exclamativas son las oraciones que expresan sorpresa, miedo, admiración, alegría del emisor. Se escriben entre signos de exclamación (¡!). Por ejemplo: ¡Abran las puertas de la ciudad! / ¡Los vuelos siguen retrasados! / ¡Qué fiesta increíble!
Semánticamente las oraciones se distinguen según la intención del hablante. Es posible identificar varias clases de oraciones: exclamativas, enunciativas, interrogativas, imperativas o exhortativas, desiderativas y dubitativas.
Características
Las oraciones exclamativas pueden caracterizarse por:
- Utilizar signos de exclamación (¡!) al comienzo y final de la oración.
- Se reconocen por la entonación de los hablantes.
- Pueden ser simples o complejas.
- Expresan emociones como alegría, asombro, enojo.
- Pueden ser construcciones unimembres o bimembres.
Ejemplos
- ¡Llegan tarde!
- ¡Ya no volverá a suceder!
- ¡Qué alegría verte otra vez!
- ¡Sorpresa!
- ¡Vamos!
- ¡Ya salimos, apurate!
- ¡Te esperamos, dale!
- ¡Entren que hace frío!
- ¡A comer!
- ¡Hey!
- ¡Hola!
- ¡Qué desgracia tan grande!
- ¡Hoy es la prueba!
- ¡No lo puedo creer!
- ¡No estabas donde lo pactamos!
- ¡Quienes quieran!
Ejemplo de oraciones exclamativas en un texto
“Don Jáuregui hizo dar vueltas al tordillo en el centro de la plaza, junto a la sombra del eucalipto; hasta le dio de latigazos y le hizo pararse en las patas traseras, manoteando en el aire. Luego gritó, con su voz delgada, tan conocida en el pueblo:
–¡Aquí está el tifus, montado en el caballo blanco de don Eloy! ¡Canten la despedida! ¡Ya se va, ya se va! ¡Aúúúú! ¡Aú ú!
Habló en quechua, y concluyó el pregón con el aullido final de los jarahuis, tan largo, eterno siempre:
–¡Ah… ííí! ¡Yaúúú… yaúúú! ¡El tifus se está yendo; ya se está yendo!
Publicidad, continua debajoY pudo correr. Detrás de él, espantaban al tordillo algunas mujeres y hombres emponchados, enclenques. Miraban la montura vacía, detenidamente. Y espantaban al caballo.
Llegaron al borde del precipicio de Santa Brígida, junto al trono de la Virgen.(…) Llevaban a la Virgen hasta el precipicio, el día de su fiesta. La sentaban en el nido como sobre un casco, con el rostro hacia el río, un río poderoso y hondo, de gran correntada, cuyo sonido lejano repercutía dentro del pecho de quienes lo miraban desde la altura.
Don Jáuregui cantó en latín una especie de responso junto al “trono” de la Virgen, luego se empinó y bajó el tapaojos, de la frente del tordillo, para cegarlo.
–¡Fuera! -gritó- ¡Adiós calavera! ¡Peste!
Le dio un latigazo, y el tordillo saltó al precipicio. Su cuerpo chocó y rebotó muchas veces en las rocas, donde goteaba agua y brotaban líquenes amarillos. Llegó al río; no lo detuvieron los andenes filudos del abismo.
Vimos la sangre del caballo, cerca del trono de la Virgen, en el sitio en que se dio el primer golpe.
–¡Don Eloy, don Eloy! ¡Ahí está tu caballo! ¡Ha matado a la peste! En su propia calavera. ¡Santos, santos, santos! ¡El alma del tordillo recibid! ¡Nuestra alma es, salvada!
¡Adiós millahuay, espidillahuay…! (¡Decidme adiós! ¡Despedidme…!).
Con las manos juntas estuvo orando un rato, el cantor, en latín, en quechua y en castellano.”
Fragmento del cuento “La muerte de los Arango” de José María Arguedas.
Bibliografía: |
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Licenciado en Letras Modernas y Técnico en Corrección Literaria (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina).
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