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Marcelo Néstor Musa (2023). Atila. Recuperado de Enciclopedia Iberoamericana (https://enciclopediaiberoamericana.com/atila/). Última edición: febrero 2023. Consultado el 02 de mayo de 2024.
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Atila en La fiesta de Atila, pintura realizada en 1870 por el pintor húngaro Mór Than.

Atila

Fue el más poderoso rey de los hunos.

Tabla de contenidos:

Datos

Nacimiento Llanuras del río Danubio, 395.
Fallecimiento Panonia (actual Hungría), 453.
Ocupación Rey de los hunos.
Causa de la muerte Hemorragia interna.

¿Quién fue Atila?

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Atila fue el más poderoso rey de los hunos, un pueblo estepario que, en el siglo IV, en el contexto de las invasiones bárbaras, migró desde Asia Central hacia Europa Oriental.

Tras heredar el trono de su tío, en el 434, Atila unificó las diversas tribus hunas y las lanzó contra las principales ciudades del Imperio romano. Así logró constituir un extenso imperio que se extendía entre los Alpes y el mar Caspio, y desde el río Danubio hasta el mar Báltico.

La fiesta de Atila, pintura realizada en 1870 por el pintor húngaro Mór Than.

La fiesta de Atila, pintura realizada en 1870 por el pintor húngaro Mór Than.

Tras su muerte, en el 453, una peste y las luchas internas debilitaron su imperio, que fue destruido por el ataque de una coalición de pueblos germanos. Tras la derrota, su hijo Elak se vio obligado a trasladar a su pueblo hacia la región del río Volga, donde poco a poco los hunos se fueron fusionando con otros grupos étnicos.

Infancia, juventud y formación militar

Atila nació hacia el 395 en las llanuras danubianas, al norte de la región que los romanos llamaban Panonia y que hoy forma parte de Hungría. Su padre fue el caudillo Mundzuk, que falleció a principios del siglo V.

Atila quedó entonces a cargo de su tío, el rey Rugila, quien le enseñó a cabalgar, a disparar el arco y el arte de la guerra en general. Entre el 430 y el 434 acompañó a Rugila en sus incursiones contra la región de Tracia y las tierras aledañas al río Rin.

Ascenso al poder

Luego de la muerte de Rugila, en el 434, Atila y su hermano Bleda heredaron el reino de los hunos y lo gobernaron conjuntamente. Este cogobierno se extendió hasta el 445, cuando Atila asesinó a Bleda para no compartir el poder y las riquezas.

Ya como único rey de los hunos, estableció su capital a orillas del río Tisza, la rodeó de fuertes murallas y en su centro mandó construir un palacio de madera con suelos cubiertos de coloridas alfombras persas. Allí residió junto a su harén, varios consejeros, intérpretes de distintas lenguas y una guardia personal formada por sus más fieles guerreros.

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Integró a su ejército a vándalos, alanos, burgundios y a otros pueblos de origen germano. Contó con la colaboración de diplomáticos extranjeros como el romano Flavio Orestes.

Carácter y aspecto físico

Según las fuentes romanas de la época, Atila era de baja de estatura, tenía el tórax ancho, la cabeza grande, la tez oscura, los ojos pequeños, la barba fina, la cabellera erizada y la nariz aplastada.

En cuanto a su carácter, tenía gran confianza en sí mismo, era cordial y generoso con sus guerreros y tenía un gran sentido de la hospitalidad con los extranjeros que se acercaban en son de paz. Pero esa afabilidad se transformaba en furia y crueldad cuando se sentía traicionado; de hecho, mandaba empalar a desertores y conspiradores para atemorizar a quiénes no demostraran una fidelidad absoluta.

Ataques contra el Imperio romano

Entre el 441 y el 443 atacó las fronteras del Imperio Romano de Oriente, llegando hasta las puertas de la capital, Constantinopla. Repitió estos ataques en el 447 y el 449 y solo se retiró cuando el emperador Teodosio II pactó la entrega de un tributo anual.

A partir del 450 dirigió su atención hacia el Imperio Romano de Occidente, que en aquel entonces era gobernado por Valentiniano III. La primera ofensiva tuvo lugar en el 451 cuando invadió la Galia, arrasando las ciudades de Estrasburgo, Metz y Reims. Pero luego de sitiar Orleans fue derrotado por una alianza de francos, romanos y visigodos en la batalla de los Campos Cataláunicos y se retiró hacia Panonia.

En el 452 invadió el norte de Italia, saqueando las ciudades de Aquilea, Milán y Padua; cuyas poblaciones se refugiaron en las montañas o en las lagunas del Adriático. Luego de esas victorias, dirigió sus tropas hacia Roma, donde Valentiniano III se había refugiado tras huir de Rávena. Cerca de la antigua capital, conferenció con el papa León I, quien lo convenció de retirarse a cambio del pago de un importante tributo en plata y oro.

Luego de esta expedición, regresó a su capital, donde comenzó a planificar una expedición a Constantinopla para reclamar el tributo anual que le negaba el emperador Marciano.

Muerte y funerales de Atila

La muerte de Atila, pintura realizada en el siglo XIX por el artista húngaro Ferenc Paczka.

La muerte de Atila, pintura realizada en el siglo XIX por el artista húngaro Ferenc Paczka.

Atila tuvo varias esposas, la última de las cuales fue una princesa goda llamada Ildico.

Durante su boda con esta joven, en el 453, comió en exceso y brindó y bebió con todos sus invitados. Al finalizar la celebración, subió a sus aposentos para consumar el matrimonio. Pero a la mañana siguiente, sus guardias lo encontraron tirado en la cama alrededor de un gran charco de sangre.

Se supone que mientras dormía boca arriba sufrió una gran hemorragia y la sangre fluyó por la garganta. Como estaba ebrio y dormido, no pudo reaccionar y acabó ahogado en su propio flujo sanguíneo. La causa de esta gran hemorragia habría sido alguna enfermedad hepática provocada por su costumbre de beber en exceso.

Algunos historiadores niegan esta versión y afirman que fue víctima de un asesinato organizado por el general romano Aecio o el emperador Marciano y ejecutado por Ildico, quien le habría clavado una daga mientras dormía.

Sea como fuere, los hunos le organizaron un gran funeral: tendieron su cuerpo sobre un gran paño de seda que extendieron en medio de la llanura. Luego sus mejores jinetes cabalgaron en círculos alrededor de su cuerpo, recitando un canto fúnebre. También se cortaron el pelo y se hirieron sus mejillas en señal de duelo.

Finalmente, los restos de Atila fueron enterrados en un sarcófago de oro, plata y bronce en un lugar que aun no ha podido ser encontrado. Es probable que los hunos lo hayan enterrado en el lecho de algún afluente del río Tisza, tal como los visigodos habían hecho algunos años antes con el cuerpo del visigodo Alarico.

Bibliografía:
  • Bussagli, Marco. Atila. Madrid, Alianza, 1988.
  • Heather, Peter. La caída del Imperio romano. Barcelona, Crítica, 2006.
  • Martos Rubio, Ana. Breve historia de Atila y los hunos. Madrid, Nowtilus, 2011.

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Acerca del autor:

Profesor en Enseñanza Media y Superior en Historia (Universidad de Buenos Aires). Autor, editor y coordinador de contenidos editoriales.

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Marcelo Néstor Musa (2023). Atila. Recuperado de Enciclopedia Iberoamericana (https://enciclopediaiberoamericana.com/atila/). Última edición: febrero 2023. Consultado el 02 de mayo de 2024.
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