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Califato de Córdoba
Una de las tres grandes unidades políticas que constituyeron el mundo islámico durante la Edad Media.
¿Qué fue?
El Califato de Córdoba, también llamado Califato Omeya de Córdoba o Califato de Occidente fue una de las tres grandes unidades políticas que constituyeron el mundo islámico durante la Edad Media.
Surgió a mediados del siglo X, cuando Abderraman III, emir omeya de Al-Ándalus, se proclamó califa. De ese modo, desligó el emirato de la dependencia religiosa de Bagdad y asumió la autonomía completa del territorio bajo su dominio.
Durante los aproximadamente 100 años que duró el califato de Córdoba, se produjo un extraordinario desarrollo cultural, en el conocimiento y artístico por lo que se suele considerar a este período como el Siglo de Oro del islam.
Origen e historia
A partir de la conquista musulmana de la península ibérica, sellada con la batalla de Guadalete en el año 711, el territorio ganado a los visigodos se organizó como un emirato dependiente del califato de Damasco, gobernado en ese momento por la dinastía de los Omeyas. La capital del emirato, al que se denominó Al-Ándalus, se instaló en la ciudad de Córdoba.
En el año 750, una rebelión en el califato de Damasco exterminó a casi todos los miembros del linaje omeya e instaló en el poder a una nueva dinastía, la de los abasíes. El único sobreviviente de la matanza de los omeyas fue Abd al-Rhaman (nombre españolizado como Abderramán) quien se refugió entre las tribus bereberes del norte de África y desde allí logró recuperar el territorio ibérico en poder de los abasíes dando lugar a la formación de un Estado independiente que, sin embargo, dependía del califato de Damasco en lo religioso.
En 929, el emir de Córdoba, Abd al-Rhamán III, decidió romper con el califato de Damasco y autoproclamarse califa basándose en la pertenencia de su linaje a la familia de Mahoma.
El califato de Córdoba tuvo una duración de poco más de un siglo durante el cual fue gobernado por 12 califas entre los que se destacaron los dos primeros, Abd al-Rahmán III (929-961) y su hijo, Al-Hakam II (961-976), así como el período gobernado por Hisham II (976-1016) gracias a la actividad de su primer ministro Y al-Mansur billah (Almanzor).
Publicidad, continua debajoA partir de la muerte de Almanzor, en 1002, la posición de la figura del califa quedó extremadamente debilitada y como consecuencia comenzó la gran fitna de Al-Ándalus, una guerra civil, en la que la etnia bereber se rebeló con apoyo de los cristianos del reino de Castilla y destruyó ciudades y palacios. De ese modo, se perdieron amplios territorios en manos de los reinos cristianos.
Como consecuencia, la capital del califato se trasladó a Málaga y el territorio se desintegró en territorios independientes llamados reinos de taifas que subsistieron hasta 1090.
Se considera que el califato de Córdoba finalizó en 1031 cuando un levantamiento popular expulsó a los últimos omeyas.
Política
El gobierno del califato de Córdoba estaba encabezado por un califa, autoridad religiosa, política y militar que pertenecía a la dinastía omeya, de origen árabe. Como representante de Alá se le debía una obediencia absoluta.
Por debajo del califa se encontraban los visires que tenían distintas funciones relacionadas con el gobierno, entre ellos el más importante era el háyib, una especie de primer ministro que tenía funciones políticas y diplomáticas.
El gobierno de las provincias estaba a cargo de los walies de quienes dependían los cadíes que eran los administradores de justicia y ejercían la función de alcaldes de las distintas localidades.
El poder político se apoyaba en un fuerte ejército compuesto por tropas regulares, por mercenarios (bereberes, africanos y eslavos) y por esclavos.
Economía
El califato de Córdoba fue extraordinariamente próspero gracias a una administración eficiente de los recursos y al estímulo de los gobernantes a la producción y el comercio.
La mayor parte de la población se dedicaba a la agricultura. Además de los cultivos tradicionales de la región, como los cereales, la vid y el olivo, los musulmanes incorporaron otros tradicionales de oriente medio como el arroz, la palmera, la berenjena y el azafrán e incorporaron el cultivo del arroz y la caña de azúcar.
Entre otras actividades primarias, fue importante la minería de hierro y la cría de caballos.
En las ciudades se desarrolló una importante artesanía textil de seda y lino, y fue destacado el trabajo en cerámica, vidrio y la metalurgia, especialmente de armas.
Se propició la creación de astilleros en los principales puertos para producir una gran flota de barcos de guerra, de pesca y mercante. Estos últimos, permitieron comerciar tanto con el Imperio bizantino como con el califato abasí y con el fatimí de Egipto y, a través de ellos con las regiones vinculadas con la Ruta de la seda.
La moneda de curso en el califato era el dinar de oro y el dírhem de plata.
Sociedad
La sociedad del califato era heterogénea y compleja. Estaba compuesta por diversos grupos sociales y étnicos que tenían distinta jerarquía.
En el nivel más alto estaban los musulmanes árabes descendientes de los conquistadores que provenían de Siria. Estos ocupaban los cargos políticos más importantes.
En un nivel inferior estaban los musulmanes bereberes que provenían del norte de África; luego, los muladíes, musulmanes conversos; los miembros de otras religiones, como judíos y cristianos y, en último lugar, existía una gran masa de esclavos.
Características y cultura
Gracias al poder económico alcanzado y al estímulo de los califas, el califato alcanzó un gran esplendor y un altísimo nivel artístico, cultural, y en distintas áreas del conocimiento.
Algunas de sus características fueron las siguientes:
- Sus gobernantes fueron tolerantes en cuestiones religiosas y promovieron la llegada de sabios bizantinos y judíos que dieron un fuerte impulso al estudio y la investigación.
- Se fundó una escuela de medicina y una escuela de traductores del griego y el hebreo y se crearon grandes bibliotecas con textos provenientes de la tradición griega, persa, india, etcétera. También se realizaron libros escritos en papel por primera vez en Europa.
- Se destacaron en el alto nivel tecnológico empleado en el riego. Gracias al aprovechamiento del agua, las ciudades contaban con baños públicos y palacios con piscinas y huertos arbolados.
- La ciudad de Córdoba, así como las principales ciudades del califato, estaban rodeadas de murallas y tenían en la parte más elevada el palacio real o alcazaba.
- En el centro se ubicaba la mezquita, centro de la vida religiosa, y el alcázar, castillo fortificado de la aristocracia y los príncipes.
- El zoco o mercado ocupaba un lugar central.
- Había barrios específicos donde se instalaban miembros de distintas etnias y religiones.
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Licenciada en Gestión e Historia de las Artes, Editora. Autora y editora de contenidos educativos y de divulgación.
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