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Marcelo Néstor Musa (2023). Consecuencias de la Primera Guerra Mundial. Recuperado de Enciclopedia Iberoamericana (https://enciclopediaiberoamericana.com/consecuencias-de-la-primera-guerra-mundial/). Última edición: julio 2023. Consultado el 29 de abril de 2024.
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Contenidos

Consecuencias de la Primera Guerra Mundial

Conjunto de hechos y procesos derivados de la Primera Guerra Mundial.

Tabla de contenidos:

¿A qué se llama consecuencias de la Primera Guerra Mundial?

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Se denomina consecuencias de la Primera Guerra Mundial al conjunto de hechos y procesos derivados del conflicto bélico que entre 1914 y 1918 enfrentó a la Triple Entente y la Triple Alianza.

Esas consecuencias fueron múltiples y se las suele clasificar en políticas, socioeconómicas y territoriales.

¿Cuáles fueron las consecuencias de la Primera Guerra Mundial?

Las consecuencias de la Primera Guerra Mundial explican las principales características que tuvo el llamado período de entreguerras, comprendido entre 1919 y 1938.

Los efectos más importantes fueron el retroceso de la monarquía; el auge de los totalitarismos; el rediseño del mapa de Europa; la creación de la Sociedad de las Naciones; el declive de la población europea; el desencadenamiento de sucesivas crisis económicas y financieras; y el inicio de la emancipación de las mujeres.

El retroceso de la monarquía

Al finalizar la Primera Guerra Mundial dejaron de existir cuatro Estados imperiales: el Imperio alemán, el Imperio ruso, el Imperio austrohúngaro y el Imperio otomano.

De esa manera, la monarquía retrocedió en Europa y fueron ganando terreno formas republicanas de gobierno que no lograron estabilizarse y que en poco tiempo dejaron lugar a movimientos totalitarios que terminaron instaurando regímenes de partido único. Tal el caso del nazismo, que llegó al poder en 1933 y puso fin a la República de Weimar.

En el Imperio de los zares, la Revolución rusa llevó al poder a los bolcheviques, que en 1922 crearon la Unión Soviética, el primer Estado socialista del mundo.

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En Gran Bretaña, la monarquía sobrevivió pero el Imperio quedó debilitado, situación que aprovecharon los Estados Unidos para posicionarse como la primera potencia militar y económica de Occidente.

El rediseño del mapa de Europa

Luego del fin de la Gran Guerra se firmaron un conjunto de tratados de paz, con el fin de rediseñar los límites de los países europeos.
El más importante de esos acuerdos fue el Tratado de Versalles, que fue acordado en la Conferencia de Paz de París de 1919. Tratados posteriores fueron los de Saint-Germain, Neuilly, Trianón y Lausana. Como consecuencia de esos acuerdos:

  • Alemania perdió gran cantidad de territorios y todas sus colonias en África y Oceanía.
  • El Imperio austrohúngaro se fragmentó en cuatro Estados independientes: Austria, Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia.
  • El Imperio otomano dejó de existir luego de la revolución de los jóvenes turcos y a a partir de 1923 pasó a llamarse República de Turquía. El nuevo Estado quedó reducido a la península de Anatolia (Asia Menor) y Tracia oriental.
  • Polonia, Estonia, Letonia, Lituania y Finlandia lograron independizarse como consecuencia de la disolución del Imperio ruso.

La creación de la Sociedad de las Naciones

En 1919 se creó la Sociedad de las Naciones (SDN), un organismo internacional que tenía por principales objetivos asegurar la paz mundial y reorganizar las relaciones internacionales sobre la base de los principios de desarme, seguridad colectiva y arbitraje de los conflictos.

El pacto fundacional de la SDN fue redactado durante la Conferencia de París y se basó en uno de los Catorce Puntos proclamados en 1918 por el presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson.

En un principio la SDN consiguió algunos éxitos en su labor ya que logró solucionar disputas fronterizas entre Suecia y Finlandia; Alemania y Polonia; y Colombia y Perú. Pero luego de la Gran Depresión, se mostró incapaz de desactivar conflictos que estuvieron en el origen del inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Caída demográfica

La Primera Guerra Mundial dejó como saldo la muerte de unos 10 millones de combatientes y el asesinato de unos 8 de millones de civiles.

A esas muertes se sumaron las provocadas por la extensión de la gripe española, que fue contraída inicialmente por soldados estadounidenses y que en los años siguientes mató alrededor de 50 millones de personas en todo el mundo.

Como consecuencia de estos fenómenos la población europea descendió de 450 millones en 1914 a unos 400 millones en 1920.

En la mayoría de los países la tasa de la población fallecida estuvo cerca del 10 % del total pero en algunos Estados se superó esa tasa, como en Serbia (donde se ubicó entre el 17 % y 28 %) y el Imperio otomano (donde osciló entre el 13% y el 15% de los habitantes).

Recién hacia 1930 la población europea alcanzó los niveles poblacionales de 1914.

Crisis económicas y financieras

La guerra provocó la destrucción de gran parte de la infraestructura de los países europeos, en especial caminos, puentes, puertos y vías férreas.

La necesidad de reconstruir esa infraestructura provocó recurrentes crisis económicas y financieras debido a los enormes gastos económicos que debieron realizar los países beligerantes.

En el caso de Alemania, la necesidad de reconstruir la infraestructura destruida sumada al peso del pago de las indemnizaciones de guerra derivaron en fuertes procesos inflacionarios que devaluaron el marco. Esas dificultades fueron aprovechadas por Adolf Hitler, líder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, para catapultarse hacia el poder, que logró conquistar a través del proceso electoral en 1933.

La emancipación de las mujeres

Durante la guerra se produjo un gran crecimiento del empleo de mano de obra femenina en fábricas, bancos, comercios y oficinas públicas, ya que gran parte de la población activa masculina se encontraba en los campos de batalla.

Tras el fin del conflicto, se pidió a las mujeres que volvieran a sus hogares y a las tareas domésticas. Sin embargo, muchas de ellas quisieron seguir teniendo sus propios ingresos y se negaron a hacerlo; de esta manera se confirmó la feminización de los empleos en las fábricas, el sector terciario y algunas profesiones liberales.

Este aumento de la presencia de las mujeres en el mercado laboral fue acompañado por un avance de derechos, que tuvo diferente ritmo según los países.

Las mujeres británicas, así como las alemanas o las estadounidenses, obtuvieron el derecho a voto apenas finalizada la Gran Guerra. Las francesas y las italianas, en cambios, tuvieron que esperar hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

Bibliografía:
  • Arendt, Hannah. Los orígenes del totalitarismo. Madrid, Taurus, 1974.
  • Frías Núñez, Marcelo. Las democracias parlamentarias en el período de entreguerras. Madrid, Akal, 1995.
  • Hobsbawm, Eric. Historia del siglo XX. Buenos Aires, Crítica Grijalbo Mondadori, 1998.
  • Pertierra de Rojas, José Fernando. Relaciones internacionales durante el período de entreguerras. Madrid, Akal, 1990.

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Acerca del autor:

Profesor en Enseñanza Media y Superior en Historia (Universidad de Buenos Aires). Autor, editor y coordinador de contenidos editoriales.

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Marcelo Néstor Musa (2023). Consecuencias de la Primera Guerra Mundial. Recuperado de Enciclopedia Iberoamericana (https://enciclopediaiberoamericana.com/consecuencias-de-la-primera-guerra-mundial/). Última edición: julio 2023. Consultado el 29 de abril de 2024.
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