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Marcelo Néstor Musa (2023). Esparta. Recuperado de Enciclopedia Iberoamericana (https://enciclopediaiberoamericana.com/esparta/). Última edición: enero 2023. Consultado el 01 de mayo de 2024.
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Contenidos

Esparta

Ciudad-Estado de la Antigua Grecia, que estaba ubicada en el sur de la Península del Peloponeso.

Tabla de contenidos:

¿Qué fue Esparta?

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Esparta fue una ciudad-Estado de la Antigua Grecia, que estaba ubicada en el sur de la Península del Peloponeso.

Fue fundada a principios del siglo IX a. C. por guerreros dorios que integraban la segunda invasión indoeuropea.

Poco a poco, Esparta logró extender su poderío hasta someter a casi todos los pueblos del Peloponeso. Durante el siglo V a. C. se transformó en una potencia militar de primer orden que logró derrotar a Atenas en la guerra del Peloponeso, e imponer su hegemonía a todo el mundo heleno.

Ubicación

Esparta estaba situada en el extremo sur de la Antigua Grecia, en una región de la península del Peloponeso llamada Laconia.

El casco urbano estaba situado en un valle recorrido por el río Eurotas y rodeado de suaves colinas. Según la mitología griega, el río llevaba ese nombre en honor a Eurotas, hijo de Lélex, el primer rey de Esparta.

A través del Eurotas, Esparta se conectaba con la ciudad costera de Gitión, que funcionaba como puerto de la flota comercial y de guerra.

Origen y evolución histórica

Esparta surgió a principios del siglo IX a. C., cuando guerreros de origen dorio invadieron el Peloponeso y sometieron a los habitantes de origen aqueo, mucho más numerosos que ellos.

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A lo largo de los siglos, Esparta logró dominar a los mesenios y a otros pueblos vecinos, a los que obligó a integrar la llamada Liga del Peloponeso.

Los guerreros espartanos tuvieron un papel clave durante las guerras Médicas, en especial durante la defensa del desfiladero de las Termópilas y la batalla de Platea.

Luego de la derrota de los persas, Esparta rivalizó con Atenas por la hegemonía del mundo heleno. Esa competencia se saldó en la guerra del Peloponeso, durante la cual Esparta y sus aliadas logran derrotar a Atenas, que encabezaba la Liga de Delos. Se inició así una etapa de hegemonía espartana durante la cual Atenas fue obligada a reducir su flota, destruir parte de sus fortificaciones y a desterrar a los partidarios de la democracia.

El dominio de Esparta llegó a su fin en la tercera década del siglo IV a. C. cuando, tras la derrotas de Leuctra y Mantinea, debió someterse a la autoridad de Tebas.

Organización social y política

Esparta tuvo una peculiar organización política y social, que se mantuvo más o menos estable durante gran parte de su historia.

Organización social

La sociedad espartana estaba integrada por 3 grandes sectores: los iguales, los periecos y los ilotas.

  • Los iguales: eran los varones que descendían de los guerreros dorios que habían fundado la ciudad. Por ese motivo eran los únicos en ser considerados ciudadanos. Al nacer, el Estado les asignaba una parcela de tierra que conservaban a perpetuidad pero que no podían trabajar por sí mismos ya que su vida estaba dedicada casi por entero a la política y a la preparación para la guerra.
  • Los periecos: eran los descendientes de las comunidades que no opusieron resistencia a la dominación impuesta por los dorios. Eran libres, pero no tenían derechos políticos, por lo que no podían participar del gobierno de la ciudad. Vivían en los suburbios, se dedicaban a elaborar artesanías y al comercio y estaban obligados a pagar impuestos.
  • Los ilotas: eran los descendientes de pueblos dominados a la fuerza por los dorios. Carecían de libertad, pero no eran esclavos, sino siervos que pertenecían al Estado y que eran repartidos en igual número entre los iguales para que trabajaran sus tierras. Si bien podían casarse y tener hijos, tenían prohibido portar armas e integrar el ejército.

Organización política

Los espartanos de la época clásica atribuían su organización política a Licurgo, un legislador que habría vivido en el siglo VIII a. C.

Esparta estaba gobernada por una aristocracia guerrera, cuyos integrantes eran los únicos que participaban de la vida política. A partir de los 30 años, tenían derecho a integrar la Asamblea, en la que votaban a mano alzada las propuestas de ley elaboradas por la Gerusía. Este Consejo de Ancianos estaba integrado por veintiocho ciudadanos cuyos cargos eran vitalicios. Las decisiones propuestas por la Gerusía y aprobadas por la Asamblea, eran llevadas a la práctica por cinco magistrados llamados éforos.

En Esparta también había dos reyes (por eso se dice que era una diarquía), pero sus poderes eran limitados; solo comandaban los ejércitos y realizaban sacrificios religiosos para conseguir el favor de los dioses.

Situación de las mujeres

En Esparta, la vida de las mujeres tenía algunas diferencias con la de las restantes polis griegas. En general, se casaban a una edad mayor y recibían una intensa educación física, con el objetivo de que fueran madres fuertes que parieran hijos sanos.

Las mujeres espartanas tenían derechos sobre las propiedades de sus esposos, podían divorciarse sin perder su riqueza y gozaban de cierta autoridad en la administración de la vida doméstica, si bien no podían participar de la vida política.

Educación y valores de la sociedad espartana

La educación espartana tenía como objetivo primordial exaltar la disciplina, el valor y el espíritu de sacrificio, para formar ciudadanos obedientes que fueran a la vez valientes guerreros.

La formación de un ejército fuerte y disciplinado fue primordial para los iguales que dominaban la sociedad, ya que eran inferiores en número a periecos e ilotas, y temían que estos se rebelaran.

Para lograr ese objetivo los niños espartanos eran separados de sus madres a los siete años, y a partir de entonces quedaban a cargo del Estado y vivían en cuarteles. Su educación se basaba en ejercicios físicos, el adiestramiento en el manejo de armas y la obediencia a los mayores.

Cuando los jóvenes alcanzaban los 14 años se los dejaba a campo abierto, sin armas ni provisiones. Si lograban sobrevivir en esas condiciones podían casarse, portar armas e integrar el ejército, donde debían permanecer hasta los 60 años.

Creencias y festividades religiosas

Al igual que el resto de los pueblos de la Antigua Grecia, los espartanos eran politeístas, ya que creían en gran cantidad de dioses.

Bajorrelieve espartano

Bajorrelieve espartano del siglo VI a. C. que representa a las deidades ctónicas, que se creía que habitaban el inframundo.

Los más adorados eran Zeus, el dios del rayo; Ares, el dios olímpico de la guerra; y Artemisa, la diosa de la caza y los animales salvajes. También rendían culto a Cástor y Pólux, los hijos gemelos de Zeus; a Heracles (el Hércules de la mitología romana); y a héroes de la guerra de Troya, como Aquiles, Agamenón, Menelao y Helena.

El calendario espartano contemplaba nueve festividades religiosas, entre las que destacaban las Carneas y las Gimnopedias. Las Carneas duraban nueve días y tenían por objetivo mantener la comunión entre el dios Apolo y el pueblo espartano. Durante estas celebraciones se llevaban a cabo competencias musicales, representaciones teatrales, sacrificios de carneros y una comida comunitaria. Durante esos nueve días los espartanos tenían prohibido declarar la guerra y llevar a cabo campañas militares. Las Gimnopedias se celebraban en honor de la diosa Leto y de sus hijos gemelos, Apolo y Artemisa. Consistían en bailes y ejercicios ejecutados por jóvenes desnudos alrededor de estatuas que representaban a esos dioses. Eran presenciadas por todos los iguales menores de 30 años.

Bibliografía:
  • Casillas Borrallo, Juan Miguel. La Antigua Esparta. Madrid, Arco Libros, 1997.
  • Domínguez Monedero, Adolfo Jerónimo y Pascual González, José. Esparta y Atenas en el siglo V a. C. Madrid, Síntesis, 1999.
  • Gallego, Julián. Diferenciación social agraria y organización militar en la Esparta clásica: el rol de los periecos lacedemonios (siglos VI – IV a.C.). Buenos Aires, Anales de Historia Antigua y Medieval, vol. 26, 1993.
  • Fornis Vaquero, César. Esparta: historia, sociedad y cultura de un mito historiográfico. Barcelona, Crítica, 2003.

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Acerca del autor:

Profesor en Enseñanza Media y Superior en Historia (Universidad de Buenos Aires). Autor, editor y coordinador de contenidos editoriales.

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